LA MEDITACIÓN

Si examinamos nuestra vida, nos daremos cuenta de que empleamos casi todo nuestro tiempo y energía en alcanzar objetivos mundanos, como seguridad material y emocional.
Esta clase de logros nos hacen felices durante un tiempo, pero no nos proporcionan la satisfación plena y duradera que tanto deseamos.

Tarde o temprano nuestra felicidad se transforma en insatisfacción y buscaremos otros placeres mundanos, que al estimular el apego, los celos, las frustraciones y otras perturbaciones mentales, producirán de forma directa o indirecta nuevos sufrimientos físicos y mentales. Además, al esforzarnos por satisfacer nuestros deseos, a menudo se deterioran nuestras relaciones con los demás.
La práctica frecuente de la meditación nos ayuda a comprender que la felicidad es un estado mental y por lo tanto su origen está en nuestra propia mente y no en objetos externos.
Nos ayuda a cultivar estados mentales que nos proporcionan felicidad y tranquilidad hasta en las circunstancias más adversas.

El adiestramiento en la meditación acerca nuestra mente a la sabiduría, por lo tanto de manera natural haremos acciones virtuosas que no solo nos beneficiarán a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean; de esta forma con la sabiduría que se obtiene de la meditación nos abstendremos de cometer acciones perjudiciales y así evitaremos todos nuestros problemas y sufrimientos


¿QUÉ ES LA MEDITACIÓN?


Es el corazón de la práctica del Dharma. Su propósito es pacificar y calmar la mente. Si mantenemos una mente apacible, no tendremos preocupaciones ni angustias y disfrutaremos de verdadera felicidad; pero si nuestra mente no está calmada, no conseguiremos sentirnos felices, aunque estemos rodeados de las mejores condiciones. Si nos adiestramos en la meditación, iremos descubriendo en nuestro interior una paz y una serenidad cada vez mayores y disfrutaremos de una forma de felicidad que se irá volviendo más pura. Finalmente, nos sentiremos siempre dichosos, incluso ante las situaciones más adversas. Al igual que un globo suelto en el aire se zarandea de un lado a otro al capricho del viento, nuestra mente se tambalea inestable a merced de las circunstancias externas. Si las cosas nos van bien nos sentimos felices, pero si nos van mal de inmediato nos sentimos incómodos.
Tales cambios de humor surgen porque nos involucramos en demasía con las situaciones externas. Somos como niños que al construir un castillo de arena en la playa, se llenan de excitación; pero cuando las olas lo destruyen se ponen a llorar. Por medio de la meditación aprendemos a crear un espacio en nuestro interior y una flexibilidad y claridad mentales que nos permiten controlar nuestra mente sin vernos afectados por los cambios de las circunstancias externas. De manera gradual, desarrollamos una estabilidad mental, un equilibrio interior que nos permite estar siempre felices, en vez de oscilar entre los extremos de la euforia y el desaliento.


Si nos adiestramos en la meditación con regularidad, llegará un día en que seremos capaces de erradicar las perturbaciones mentales, que son las causas de todos nuestros problemas y sufrimiento. De este modo llegaremos a disfrutar de la paz interna permanente, conocida como "la liberación" o "el nirvana". A partir de entonces, día y noche, vida tras vida, sólo experimentaremos paz y felicidad.


La meditación es el método para familiarizar la mente con la virtud. Es una consciencia mental


que analiza un objeto virtuoso o se concentra en él. Un objeto virtuoso es aquel que nos hace desarrollar una mente apacible cuando lo analizamos o nos concentramos en él.
La meditación es de dos tipos: analítica y de emplazamiento. La meditación analítica consiste en contemplar el significado de las instrucciones de Dharma que hayamos leído o escuchado. La contemplación profunda de estas enseñanzas nos llevará a una determinada conclusión o a generar una actitud mental virtuosa. Éste es el objeto de la meditación de emplazamiento

La meditación describe la práctica de un estado de atención concentrada, sobre un objeto externo, pensamiento, la propia conciencia, o el propio estado de concentración.

La palabra meditación viene del latín meditatio, que originalmente indica un tipo de ejercicio intelectual. De este modo, en el ámbito religioso occidental se ha distinguido entre meditación o contemplación, reservando a la segunda un significado religioso o espiritual. Esta distinción se vuelve tenue en la cultura oriental, de forma que al comienzo de la influencia del pensamiento oriental en Europa, la palabra adquirirá un nuevo uso popular.
Este nuevo uso se refiere a la meditación propia del yoga, originada en India. En el siglo XIX, los teósofos adoptaron la palabra meditación para referirse a las diversas prácticas de recogimiento interior o contemplación propias del hinduísmo, budismo y otras religiones orientales. No obstante, hay que notar que este tipo de práctica no es ajena a la historia de occidente, como muestran descubrimientos de vasijas Celtas con figuras en postura yóguica.

La meditación se caracteriza normalmente por tener algunos de estos rasgos:
  • Un estado de concentración sobre la realidad del momento presente
    Un estado experimentado cuando la mente se disuelve y es libre de sus propios pensamientos

  • Una concentración en la cual la atención es liberada de su común actividad y focalizada en Dios (propio de las religiones teístas)

  • Una focalización de la mente en un único objeto de percepción, como por ejemplo la respiración, una figura religiosa, o una recitación de palabras constante.

  • Un análisis razonado de enseñanzas religiosas.
  • La meditación puede tener propósitos religiosos o simplemente de salud física o mental. Existe una amplia variedad de guías y enseñanzas para la meditación, que van desde las que aparecen en las religiones hasta las terapéuticas; las que mantienen grupos new age o grupos pseudo religiosos, o las que simplemente son una ayuda para un mejor rendimiento en el trabajo o el deporte. Estudios científicos han demostrado que algunas técnicas de meditación puede ayudar a mejorar la concentración, la memoria y mejorar el sistema inmunológico y la salud en general.



Los estudios neuronales demuestran un incremento de actividad en el lóbulo frontal izquierdo, que es la residencia de las emociones positivas. Al mismo tiempo se reduce el funcionamiento de la región derecha. Probablemente se preguntará en qué cambia esta realidad cerebral la vida diaria, pues bien los neurocientíficos han observado que las personas que emplean más la zona izquierda tardan menos tiempo en eliminar las emociones negativas y la tensión que pueden provocar, por ejemplo, un atasco o una discusión con el jefe. Este desequilibrio entre los hemisferios conlleva también una reducción del miedo y la cólera.

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